viernes, 21 de noviembre de 2014

Una vuelta por Islandia

Teniendo como punto de partida y de llegada la ciudad de Rejkyavik, la primera visita obligada es al turístico emplazamiento conocido como el “Círculo de Oro”. En apenas 10 km2 podemos apreciar  una pequeña  síntesis del paisaje islandés: la espectacular catarata de “Gullfoss”, el programado  geyser “Strokkur” y “Thingvellir”, lugar donde apreciaremos la separación de las placas tectónicas de Europa y América.
Desde aquí, el recorrido se encamina hacia el este, bordeando por el sur los glaciares más grandes de la isla. El hielo se torna protagonista. Las lenguas glaciares se mezclan con las rocas volcánicas, dando lugar a un paisaje realmente curioso  en el que el azul del hielo aparece manchado por el negro de la tierra. Los trozos de hielo que van escupiendo los glaciares flotan sobre  los ríos que, sin cauce fijo, buscan una salida al mar. En el Parque Nacional de Skaftafell, el más visitado del país, se pueden admirar  varias lenguas glaciares y la fascinante Svartifoss, cascada que se precipita entre columnas de basalto.
El agreste paisaje del sur comienza a suavizarse en el este de la isla. Los fiordos orientales dan paso a parajes mucho más amables, con el mar adentrándose entre verdes colinas.  Un alto porcentaje de la población islandesa se dedica a la industria pesquera. Es aquí, en el este, donde mayor representatividad tiene, con imágenes salpicadas por la huella de la industria del pescado. 
El tránsito que da paso al norte contiene uno de los tesoros de Islandia: la zona geotérmica de Krafla , donde la actividad volcánica se palpa allá donde pises. Es un lugar indescriptible, casi lunar, salpicado por fumarolas, sulfataras y termas. Las huellas de la lava emergida en las últimas erupciones volcánicas predomina en el paisaje.  También el olor a característico del azufre hace acto de presencia.
Con el norte llega el frío. La temperatura baja hasta 10 grados en comparación con el sur. También aparece el viento que trae el frío polar. El mar del norte de la isla es el mejor lugar para el avistamiento de fauna marina, sobre todo de ballenas. Cuentan los habitantes del norte que, en una época no muy lejana, era frecuente ver aparecer osos polares que venían sobre los hielos que cubrían el océano desde el polo norte.

Nuestro recorrido nos vuelve a llevar a Rejkyavik, ciudad que alberga dos tercios de la población total de Islandia. Aún así, es una ciudad pequeña y acogedora, con una arquitectura basada en casas unifamiliares y en amplias zonas residenciales y ajardinadas.  Cerca de la capital nos encontramos con uno de los reclamos turísticos más rentables: la “Blue Lagoon”, un espacio termal natural situado en un enclave incomparable que dejará satisfecho a todo el que acuda a relajarse. Lejos del bullicio turístico, podemos encontrar piscinas termales mucho más asequibles en cualquier parte del país. No en vano, es una de las actividades de ocio preferidas por los islandeses.

Thingvellir, lugar del Parlamento islandés     Foto: Ruth del Amo

El programado geyser Strokkur       Foto: David F. Atienzar

Los fiordos del este   Foto: David F. Atienzar

La zona termal de Krafla   Foto: David F. Atienzar

Blue Lagoon, agua termal en un entorno incomparable   Foto: D.F.A.

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